Reto semana nº 4

 

¿QUÉ PUEDO HACER YO?


¡Buenas tardes compañeros de aprendizaje!

Parece que fue hace sólo unos días cuando comenzaba esta experiencia con muchas ganas de aprender todo lo posible pero al mismo tiempo con ciertos nervios ante la idea de adentrarme en algo nuevo, como la creación de un blog, y las dudas de si sería capaz de llevar a cabo los retos semanales de manera correcta.

Sin embargo, el tiempo pasa volando, todos esos nervios y dudas desaparecieron hace mucho y considero que la experiencia ha sido muy positiva, ya que no sólo me ha servido para aprender nuevos conceptos e información sobre el tema que antes desconocía, sino que también ha sido una oportunidad para reflexionar cada semana sobre los diversos temas estudiados a lo largo de los 4 módulos. Por tanto, me gustaría comenzar este último reto dando las gracias tanto a los tutores y personal del INAP como también a vosotros, por el trabajo realizado, el cual habéis compartido y que ha supuesto vuestro granito de arena para el aprendizaje común de todos los participantes.

Dicho esto, para el reto de esta semana, se nos dan 3 opciones. En mi caso, y tras haberle dado vueltas a todas ellas, creo que una buena manera de concluir el curso es optando por la opción 1, es decir, haciendo una pequeña introspección y reflexionando sobre aquello que podemos hacer nosotros, como funcionarios, para conseguir una administración y una sociedad cada vez más igualitarias y libres de toda discriminación.

Para comenzar y basándome en mi experiencia en el curso, diría que es necesario que todos hagamos una especie de autoevaluación personal, es decir, plantearnos la siguiente pregunta: ¿soy una persona discriminante? ¿Tengo prejuicios? Supongo que muchos de vosotros podríais pensar que no, al fin y al cabo si estamos aquí, realizando el curso, es porque en principio somos personas que tenemos una cierta inquietud por este tema, creemos en la idea de conseguir una igualdad real y aborrecemos la discriminación. Sin embargo, yo personalmente, me he dado cuenta de que, si bien voy por el buen camino, al ir reflexionando y tratando diferentes cuestiones a lo largo del curso, sí partía con algún que otro prejuicio y también me he dado cuenta de que quizá muchas veces, aun sin quererlo, no estaba usando el lenguaje adecuado en ciertas circunstancias, lo cual me podría llevar a herir los sentimientos de muchas personas a pesar de no tener mala intención. Con respecto a esto último, un ejemplo que me viene en mente, quizá por ser reciente, ya que me ha pasado realizando el juego del lenguaje excluyente del módulo 4, es que al llegar a la última pregunta me he decantado por la opción A en la que se usaba la palabra invidente para hacer referencia a una persona ciega. Desde mi punto de vista no había lugar a la duda, invidente era la palabra más adecuada y respetuosa, así que podéis imaginaros mi sorpresa al descubrir que para la gran mayoría de personas ciegas la palabra invidente es un eufemismo a evitar, además de no ser una palabra demasiado precisa. Esto me hace plantearme en cuántas situaciones más podré estar metiendo la pata incluso por propio desconocimiento. Por tanto, y para poner remedio a dichas circunstancias, una vez habiendo reflexionado y habiéndonos concienciado sobre el nivel discriminatorio desde el que partimos, es de vital importancia que nos formemos con el fin de hacer desaparecer dichos prejuicios y de tratar a las personas de la manera más correcta, utilizando el vocabulario adecuado para ello. En este caso nos pueden ayudar no sólo aquellos cursos de formación en igualdad, sino también todos los relacionados con la atención al público, en los cuales se nos darán muchas pautas e información para realizar nuestra labor de atención al ciudadano de manera adecuada e inclusiva, evitando cualquier tipo de discriminación.

En relación con lo comentado en el párrafo anterior, a lo largo de mi trayectoria como funcionario público he trabajado la mayoría del tiempo de cara al público, en oficinas de documentación, tanto de españoles como de extranjeros, siendo un sitio donde te das cuenta, como comentaba Adrián en la introducción del módulo 4, de la gran diversidad de la sociedad española en lo referido al origen racial o étnico, orientación sexual e identidad de género, religión, discapacidad, etc. y por tanto de la importancia de que, como funcionarios, participemos en cualquier curso que nos lleve a prestar una mejor atención a un abanico tan amplio de personas. De ahí, que también debamos tener en cuenta la opción de realizar cursos de lengua de signos o de idiomas, entre otros, así como fomentar actividades de formación, información y sensibilización para nuestros ciudadanos.

Otro punto en el que podemos colaborar es siendo agentes activos que fomenten la accesibilidad de todo el mundo a los servicios públicos, tanto en lo referido al acceso físico a nuestras administraciones y organismos, como también al acceso a sus sedes electrónicas y páginas web y a todos los servicios y trámites que allí se ofrecen.

Con respecto al acceso físico, encontramos que ya ha habido desde hace años una amplia labor legislativa para fomentarlo. La propia Constitución Española establece en su art. 9.2 que corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad e igualdad de los individuos sea efectiva. Dentro de este contexto, el polémico art. 49 (ya todos sabéis por qué) contiene un mandato para que dichos poderes públicos realicen una política de integración de las personas con discapacidad y las amparen. Todo ello desembocó en la aprobación de algunas leyes como la Ley 13/1982, de 7 de Abril, de Integración Social de los Minusválidos, que fue complementada por la Ley 51/2003, de 6 de Diciembre, de Igualdad de Oportunidades, no Discriminación y Accesibilidad Universal de las Personas con Discapacidad.

Ambas fueron derogadas por el Real Decreto Legislativo 1/2013, de 29 de Noviembre, por el que se aprobaba el Texto refundido de la Ley General de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social. También cabría nombrar el Real Decreto 366/2007, de 16 de Marzo, por el que se establecieron las condiciones de accesibilidad y no discriminación de las personas con discapacidad en sus relaciones con la AGE.

En ellas se establecen obligaciones importantísimas para conseguir un acceso universal, tales como que las oficinas deben ubicarse en planta a nivel de la vía pública y en caso contrario deben disponer de rampas o ascensores; que las oficinas estén correctamente señalizadas desde el exterior de una manera inteligible y comprensible por parte de las personas con discapacidad intelectual; adecuar las dimensiones de las puertas de entrada, así como sus mecanismos de apertura y cierre y otras muchas dirigidas a evitar gran parte de las discriminaciones por discapacidad que hemos estudiado a lo largo del curso. Sin embargo, cualquiera que se pare 2 minutos a pensar en ello, recordará casos en los que, todavía a día de hoy, dichas obligaciones no se cumplen.

En cuanto a la accesibilidad electrónica, me temo que no soy el primero ni seré el último que al entrar en la página web de alguna administración pública, se ha pasado más de media hora dando vueltas en bucle, intentando hallar la manera de encontrar la información que necesita o de acceder al trámite que debe realizar. A veces nos encontramos con ciertas páginas web que son como laberintos o enigmas que hay que descifrar y que nos obstaculizan a la hora de ejercer nuestros derechos ante la administración. Este tipo de páginas pueden resultar en una problemática para todos, pero creo que pueden tener incluso más relevancia cuando dan lugar a discriminaciones como la discriminación por discapacidad o el edadismo.

Tras analizar todo lo relativo a la accesibilidad, me han llamado mucho la atención algunas iniciativas expuestas en el curso como la lectura fácil, la señalética o los sistemas alternativos y aumentativos de comunicación, las cuales deberíamos esforzarnos en aplicar para conseguir que finalmente exista un verdadero acceso universal.

Finalmente, espero que mi reflexión os haya parecido de interés, que no se os haya hecho demasiado pesada y se agradece cualquier cosa que queráis añadir. Aquí acaba el curso, pero ahora empieza lo verdaderamente importante, que es movernos y poner en práctica en nuestro día a día todo lo aprendido. No me cabe la menor duda de que con el esfuerzo de todos algún día conseguiremos vivir en una sociedad sin resquicios de desigualdad. ¡A por ello!

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